Sintonizando hacia la neurociencia
Antonio:¡Buenos días
señores y señoras! Soy Antonio Romeo y como cada mañana, estamos aquí, en Radio
Quijote para, además de ponernos al día con los temas de actualidad,
adentrarnos un poco en el mundo de la neurociencia. Para conocer cómo funciona
nuestro cerebro tenemos a una invitada especial: Milagros Murugarren, investigadora
del instituto de Neurociencias de Navarra.
Buenos días Milagros.
Milagros: Buenos días Antonio.
A: Hoy le tenemos aquí
para hablarnos sobre su trabajo en la clínica y acercarnos a ese mundo complejo
para muchas personas como yo mismo que es el de la Neurología.
M: Exacto. Mucha gente
escucha cualquier palabra relacionada con neurociencia y le parece algo abstracto, lejano e
inalcanzable. La realidad es bien distinta, la neurociencia es un conjunto de
disciplinas científicas que estudian el sistema nervioso con el fin de
comprender el comportamiento del cerebro y de los mecanismos que regulan el
control de las reacciones nerviosas. En definitiva, se estudia el motor de cada uno de nosotros.
A: Comenta que es un
conjunto de disciplinas científicas, ¿a que se refiere?
M: Cómo todos sabemos, el
funcionamiento del cerebro es algo complejo que no se podría explicar
fácilmente. Es por ello que se necesita un conjunto de neurociencias que se
complementen entre ellas e intenten explicarnos el funcionamiento de células
nerviosas tanto para producir la conducta como el movimiento, cosas muy
diferentes que realmente parten del mismo lugar: el cerebro. Hay varias áreas
relacionadas con esto como pueden ser la neuroanatomía, neurología,
neuropsiquiatría, neurociencia aplicada o neurociencia cognitiva, entre muchas
otras.
A: ¿Nos puede poner algún
ejemplo para entender en que se basan esas áreas?
M: Por supuesto. Por
ejemplo, la neuroanatomía estudia el lazo entre la estructura y la función del
sistema nervioso. Por otro lado, otro ejemplo es la neurociencia cognitiva, que
se pregunta acerca de cómo las funciones psicológicas y cognitivas son
producidas por el sistema nervioso. En
ésta área es en la que se centran nuestras investigaciones en el centro actualmente.
A: Háblenos de esas
investigaciones, ¿de qué tratan?
M: Estamos estudiando
cómo el cerebro reconoce caras, cómo aprende a reconocerlas.
A: Ah, ¿no se trata de
una habilidad innata?
M: Eso hemos pensado
siempre, pero en realidad trabajando con primates se ha demostrado que no.
A: ¿Cómo se ha podido
demostrar esto?
M: Se ha estudiado la
actividad cerebral de dos grupos de primates durante un año. Uno de los grupos fue
criado con normalidad, con su madre e interactuando con diferentes especímenes.
Por otro lado, el segundo grupo fue criado únicamente por humanos con el rosto oculto tras una máscara. Después
de 200 días, se comenzaron a realizar resonancias magnéticas para poder extraer
imágenes cerebrales e intentar observar posibles diferencias entre los dos
grupos estudiados.
A: Y, ¿Se veía alguna
diferencia?
M: Si. El grupo que se
había criado con cuidadores “sin rostro” no presentaba actividad en una zona
del cerebro, la región que controla el reconocimiento facial. Además de la
evidencia obtenida por la resonancia, se observó que el grupo que se había criado
en libertad prestaba atención a las caras mientras que el otro se fijaba más en
las manos y otras partes del cuerpo. Esto demuestra que tras una privación
sensorial, el cerebro selecciona fijándose en elementos a los que está
acostumbrado, ya que sería incapaz de identificar cosas que ha visto pocas
veces.
A: ¿Existe una zona para
eso?
M: Exacto. El cerebro es
un mundo por descubrir, donde elementos minúsculos realizan funciones increíbles.
En este caso, los estudios de neuroimagen han revelado que varias regiones del
tamaño de un guisante ubicadas en la zona del cerebro situada bajo la sien, el
lóbulo temporal, están especializadas en el reconocimiento de las caras y por
eso se les ha denominado áreas faciales.
A: ¿Cómo funciona ese mecanismo
en nosotros de ver una cara y saber que es o de quién es?
M: En eso estamos
trabajando, ya que ni las resonancias cerebrales ni los estudios clínicos de
pacientes a los que se les implantan electrodos explican exactamente cómo operan
las neuronas de estas áreas.
A: ¿En que punto se
encuentran?
M: Las neuronas de las
áreas faciales del mono emiten impulsos cada vez que este ve fotografías de un
rostro. Esas mismas células muestran una actividad mínima o nula ante imágenes
de otros objetos como verduras u otras partes del cuerpo. Otros experimentos
han indicado que las neuronas de esas regiones también son capaces de distinguir
un rostro de otro, aunque se trate de dibujos. Actualmente, gracias a la
combinación de las neuroimágenes y los registros de actividad eléctrica de
neuronas aisladas, se ha descubierto que el ritmo de descarga de cada neurona
del área facial corresponde con un rasgo distinto del rostro. Nuestras neuronas
son las responsables de hacernos juntar esas piezas, cada rasgo, que forman las
caras para diferenciarla como un elemento singular de cada sujeto. El rosto es
algo esencial, ¿a usted no le ha pasado de buscar rostros en nubes, montañas o
incluso de escuchar teorías paranormales por rostros en paredes?
A: ¡Claro que sí! El
monte Rushmore en EEUU es un famoso monte con cuatro caras de celebridades.
M: Jajaja, no me refiero
a eso. El monte Rushmore es un monumento nacional, las caras presentes en el
han sido talladas por el ser humano. Los rostros a los que me refiero son
rostros “fantasma”, pueden ser montañas, sí, pero que su forma natural le lleve
a nuestro cerebro a verlo como un rostro. Un claro ejemplo son las imágenes
paranormales, simples manchas en la pared en las cuales vemos rostros, ¿o
fantasmas?
A: ¿Y porque nuestro
cerebro nos engaña dándonos a entender que hay rostros donde en realidad no los
hay?
M: En el reconocimiento
facial entran en juego los dos hemisferios cerebrales, y cada uno tiene un
papel diferente. El lado izquierdo informa de lo parecida que es la imagen a
una cara mientras que el lado derecho es quien ofrece el veredicto final. Por eso mismo vemos similitudes a rostro
pero, sabemos que no son personas reales.
A: Y esto que me cuenta,
¿Cómo se ha visto?
M: Muy sencillo, mediante
resonancia magnética. A los participantes en un experimento se les iban
mostrando fotografías de caras, de objetos que lo parecías y de otros que no
tenían nada que ver. Los patrones de actividad del lado izquierdo cambiaban
gradualmente según las imágenes se iban pareciendo más o menos a una cara pero,
por el contrario, en el lado derecho sólo se detectaban cambios si la imagen
mostraba un rostro real. La activación de parte izquierda precedía en unos
segundos a la de la derecha, por lo que deduce que el hemisferio izquierdo es
el que haría el primer trabajo y de ahí pasaría la información al derecho.
A: Esto que usted me
cuenta es muy interesante, pero a la vez se ve muy complejo.
M: El cerebro es el mayor
secreto que tenemos.
A: ¿Algún día
conseguiremos descifrarlo?
M: Yo soy optimista y
creo que sí. Los avances tecnológicos nos ayudan y mucho a ello. En relación al
tema que estábamos tratando, estamos buscando más evidencias sobre la relación
entre los hemisferios cerebrales mediante el empleo de electroencefalografía y
magnetoencefalografía, tecnologías que nos pueden ofrecer una visión más
precisa de la actividad cerebral. Esto hace unos años ni nos lo podíamos
imaginar, por lo que conforme vayamos avanzando en lo que a tecnología y
técnicas se refiere, conseguiremos saber más.
A: El avance en
tecnología es invertir en investigación.
M: Evidentemente
aprovecho este medio para recalcar la importancia de investigar en todos los
campos, pero como no en neurociencia. Conocer más el cerebro nos hará más
fuertes ante ciertas enfermedades que cada día son más frecuentes como el alzheimer,
depresión o cientos de enfermedades mentales menos conocidas. Con la investigación
podremos prevenirlas, y si nos vemos frente a ellas, saberlas tratar mejor, con
mayor beneficio tanto para el paciente como para la familia.
A: Cómo usted ha dicho al
principio de esta entrevista, el cerebro es el motor de cada uno de nosotros, y
qué menos que cuidarlo.
M: Pero para cuidarlo hay
que conocerlo.
A: Eso es importante, y
desde aquí comparto su opinión y la importancia que tiene esta área de
conocimiento. Sintiéndolo mucho, nos hemos quedado sin tiempo. Muchas gracias
por acercarnos a este mundo, esperemos verle pronto.
M: Gracias a ti por tu
programa y por dejarnos acercar temas a priori lejanos a la sociedad.
Esto tan sólo es una entrevista de radio ficticia, pero quizás nos haga reflexionar sobre que, realmente, la neurociencia no es algo tan lejano a nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario