¿En qué idioma piensas?
Muchas veces se hace esta pregunta a personas con dos
idiomas maternos para saber cual predomina, dando por hecho que es necesario un
lenguaje, unas palabras en algún idioma para pensar. Es cierto que la mayoría
de las personas llevamos un narrador en nuestra cabeza, que comenta todo lo que
pasa por nuestra mente: ideas, planes, tareas pendientes, enfados…
Si si, pensamos con palabras hasta los enfados. Al discutir
con alguien por cualquier tontería, en muchas ocasiones nuestra mente nos juega
una mala pasada exagerándolo todo: “Búa,
cómo ha podido hacer eso!”, “por qué no ha pensado en mí” etc etc… Palabras
y más palabras que van apareciendo en nuestra mente sin poder evitarlo.
Pero, ¿se le puede dar un ratito a pause y que se calle un
rato?
Hay personas (pocas) que admiten no tener ese narrador
continuo, que piensan sin palabras. Mientras la mayoría de nosotros hablaríamos
con nosotros mismos para hacer cosas como la compra “Tengo que ir al súper porque se ha gastado el café, además el gel esta
para poco…” esa otra minoría basa su
pensamiento en imágenes en las que se ve el supermercado, el café, el gel… No
escuchan a ese narrador constante aunque sí pueden hablar con si mismos de
manera consciente, no de manera automática como la mayoría.
A pesar de esa vocecilla interior, hay cosas que nuestro
cuerpo sabe sin recurrir a palabras.
Ciertas emociones no necesitan palabras en el pensamiento,
como el amor, unos pálpitos que se aceleran mientras por la cabeza no pasa
nada.
Sensaciones de sabores, gustos, olores...
Si decido cortar una rosa y me pincho en el intento, quitaré
la mano al instante, no hará falta que mi vocecilla me diga “para, no sigas que duele” . Tampoco me
hará falta pensar “no toques eso que
pincha” la próxima vez que lo vaya a hacer, lo sabré sin necesidad de
pensarlo con palabras. Una vez que sentimos dolor, no nos hace falta que
ninguna voz nos lo repita.
En muchas ocasiones podemos pensar sin palabras y elaborar
planes de acción, aunque acostumbrados a hacerlo con la ayuda del narrador no
nos resultaría nada fácil. El problema viene al intentar transmitir esas ideas
o planes a otras personas. ¿De que manera se puede transmitir? Por ahora, la
mente no la leemos… así que para esto sí es necesario un lenguaje. Puede no ser
verbal, no todas las comunicaciones lo son. Puede ser mediante símbolos,
imágenes, gestos… pero todas estas maneras no dejan de ser lenguajes que nos
permiten esa transmisión de información.
No podemos menospreciar el lenguaje, sobre todo el verbal,
que nos permite asimilar las ideas que tenemos en la mente, ordenarlas y
transmitirlas, pero debemos aprender a no tener palabras constantes en nuestra
cabeza. Aprender a dejar la mente en blanco para no estar siempre ocupados y
preocupados, para intentar buscar la calma.
Así que vocecilla, calla un rato, que quiero pensar en una
imagen de una playa paradisiaca.
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