Test de Turing


Como ya comentamos en otra entrada, la Inteligencia Artificial (IA) busca conseguir que una máquina tenga una inteligencia similar a la humana, pero, ¿cómo se puede verificar si se ha cumplido tal objetivo?

En 1950, Alan Turing creó lo que hoy conocemos como Test de Turing con la intención de responder a la pregunta “¿Pueden las máquinas pensar?”.

El Test de Turing es básicamente una conversación entre un ser humano y una máquina diseñada para interactuar verbalmente de manera textual mediante un monitor. La conversación se efectúa en lenguaje común y el fin de este test es que un tercero, un evaluador,  trate de identificar cuál es el humano y cuál la máquina. En el caso de que el evaluador sea incapaz de identificar la máquina, la máquina habría pasado el test.



En el siguiente vídeo, Eric Goles explica de que se trata el Test de Turing:



El principal poder de la prueba es su simplicidad. 

A pesar de que Turing era graduado en matemáticas, en lugar de proponer una prueba de inteligencia computacional que requiera conocimientos especializados, lo que describió en su famoso test tan solo requiere que una máquina sea capaz de competir exitosamente en un juego de preguntas y respuestas. En la planificación del test, Turing demostró la importancia de la empatía y de la sensibilidad estética como componente de una inteligencia artificial, aspectos en los que más fácilmente se puede diferenciar una máquina de un humano.

El test no mide la capacidad de responder preguntas correctamente, sino únicamente la de generar respuestas similares a las que daría un humano. El comportamiento humano y el inteligente no son iguales, de ahí que la prueba pueda errar.  Hay ciertos comportamientos humanos no inteligentes, como por ejemplo simples errores de escritura o la susceptibilidad a insultos.  A su vez, ciertos comportamientos inteligentes son inhumanos: ciertos problemas computacionales que son imposibles de resolver por el ser humano si son posibles de resolver por una máquina.  

Otro factor que entra en juego en el Test de Turing es el del interrogador. La capacidad de la máquina a pasar este test se ve fuertemente vinculada a las actitudes o ingenuidad del interrogador.

¿Conseguiremos algún día saber, sin dudas, si las máquinas piensan?


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